Los pasados días 21 y 22 de mayo se celebró en Barcelona el III Congreso de Arquitectura y Salud al que pudimos asistir. Estaba organizado por el Colegio de Arquitectos de Cataluña (COAC), la Asociación de Estudios Geobiológicos (GEA), Bioarquitectura Mediterránea (BAM) y la Agrupación de Arquitectura y Sostenibilidad (AUS).
El Congreso estaba dividido en cuatro mesas:
– Mesa 1: Sostenibilidad y salud. Eficiencia energética y espacios saludables.
En esta mesa se habló sobre la cantidad de problemas comunes que hacen que tengamos una mala calidad del ambiente interior de nuestros edificios: problemas de ventilación por una falta de mantenimiento o por un mal uso de las instalaciones, problemas de contaminación fúngica por falta de control de la humedad, presencia de amianto en edificios, presencia de componentes orgánicos volátiles (COV), problemas de legionela, etc.
Pasamos un 90% de nuestro tiempo en el interior de los edificios, por tanto, controlar los diferentes elementos del ambiente interior (aire, temperatura, humedad y electroclima) es importantísimo. Un buen ambiente interior nos aportará salud, tanto física como psíquica, bienestar, fortalecerá nuestro sistema inmunitario, tendremos una buena respiración, un buen aporte de oxígeno, entre otras muchas cosas.
– Mesa 2: La divulgación de ejemplos de buenas prácticas en arquitectura.
En la segunda mesa hablamos de cómo debemos conseguir concienciar tanto a los profesionales como a la sociedad de que el modelo de construcción que hemos tenido hasta día de hoy ha quedado obsoleto, basta decir que en 2006 se construyeron en Barcelona 136.000 viviendas y en 2014 se construyeron 3.800.
Es evidente, que el modelo a seguir no es éste, sino que tenemos que optar por un modelo de construcción sana y sostenible, que defienda el equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, que tenga en cuenta que los recursos que tenemos son limitados, que revise las pautas de crecimiento económico, que crea en otras formas de consumo e intercambio, un modelo donde sean las personas que estén al servicio de la tierra y no al revés.
Por tanto, queda claro que estos años de boom económico se ha construido todo lo que se tenía que construir, ahora lo que nos toca es rehabilitar y reconstruir, sobretodo porque muchas de estas viviendas ya construidas están hechas con anterioridad a las últimas normativas, que intentan encaminarnos hacia un modelo energético más sostenible y eficiente.
– Mesa 3: Modelos de arquitectura autogestionada y participativa.
En la tercera mesa hablamos de la arquitectura como herramienta de transformación social, algunos colectivos como la cooperativa La Col, Base-A, Ressó o BAM nos mostraron proyectos donde, además de los valores de la bioconstrucción, destaca la voluntad de trabajar con la sociedad, ya sea con los vecinos del barrio en los proyectos urbanos o con toda la comunidad en el caso de los proyectos de cooperación en el extranjero, por ejemplo.
En todos estos proyectos la finalidad no es tanto el edificio en sí, sino el proceso de aprendizaje durante su construcción. Son proyectos donde la participación de la comunidad es importantísima, eso hace que ésta sienta que aquello es realmente suyo, se implique en el proceso de proyecto y se preocupe por su posterior mantenimiento.
– Mesa 4: Progreso, tecnología, industrialización e innovación de materiales y procesos naturales.
Finalmente, la última mesa nos dio algunas pinceladas de cómo la bioconstrucción está también al día en cuanto a innovación e industrialización de materiales y procesos constructivos, siempre respetando pero el principio de precaución hacia la salud.
Dentro del mercado ahora ya podemos encontrar paneles prefabricados hechos con paja, bloques de tierra comprimida, bloques de cáñamo y cal, y muchos otros materiales y sistemas constructivos que son respetuosos con el medio ambiente y que no suponen ningún perjuicio para nuestra salud.
La conclusión que hemos sacado del Congreso es que en España, en comparación al norte de Europa, todavía falta mucho camino por recorrer, aunque hay gente trabajando en este sentido, falta mucha concienciación por parte de los técnicos y también por parte los usuarios.
Pero lo que está claro es que el camino a seguir es éste, las cifras nos demuestran que el modelo económico y de construcción que hemos seguido hasta ahora es totalmente insostenible, por tanto, toca cambiar hábitos, pensamientos y costumbres, y optar por un modelo más austero, más respetuoso, más sano, más sostenible y más eficiente.